Lucy's Calendar


Y nació enero. Con él también nací yo, despacio, como la rosa que espera la madrugada para abrirse a escondidas, sin que nadie atestigüe su sensual metamorfosis.
Mis pupilas presenciaron un febrero inseguro, turbio, aburrido. Tuve que tomarlo de la mano y convencerlo de que todo iría bien, de que lo peor había pasado ya.
Marzo trajo los perfumes del olvido, los que hacen estremecer mis sentidos, siempre como la primera vez. Los que dejan en mis labios el sabor de besos secretos, extintos al mismo momento de nacer.
No me di cuenta de que era abril, hasta que iba casi a marcharse. Le reclamé las tantas emociones que debieron venir en su equipaje y me rogó que lo esperara un poco más. Juró que las traería pronto.
Así que puse mi ilusión en mayo, aunque nunca he confiado en él. Sus torrentes arrastraron la espera y dejaron brillando mis caderas.
Junio rompió mil lazos, convenciéndome de que es posible vivir en la atmósfera de los sueños, aún cuando no tengan oportunidad de resistir.
Anduve confundida y sombría, hasta que julio me abofeteó con fuerza, como suele hacerlo para despertarme de la amarga insensibilidad.
Cuando ya no ostentaba más esperanzas, agosto me desvistió. Esposó mis manos, vendó mis ojos, quemó mi piel. Y se fue sin despedirse.
Al ver a septiembre, sonreí. Sabía que en sus redes venía el color del otoño. Nos abrazamos, y aún después de irse, mi alma lo seguía viendo.
Octubre reivindicó mi espíritu. Sin dar explicaciones, vació el obsoleto armario de mis sentimientos y me obsequió un escudo nuevo, para cambiar el que el amor me había estropeado.
Mi corazón latió de prisa, se revolvieron mis entrañas. Era noviembre con su porte de antesala del final. Trató de inquietarme con su profecía fatalista, pero mi ser no pudo prestarle atención. Miraba un punto fijo, el mismo que sigo viendo ahora...
Es diciembre. Continúo mirando. Es una luz hechicera que me embriaga de valor, de ansiedad, de poder. No tiene color, ni lugar de procedencia, sólo sé que la observo. Y ella camina hacia mí.
El año aún no termina. Esperaré aquí... hasta que la luz me alcance.

Voces como la mía


Admito que el 90% del tiempo estoy envuelta en un blanco pesimismo. Concuerdo con Aldous Huxley en aquello de que “tal vez este mundo es sólo el infierno de otro planeta”. Y quiero huir.
Se me cansa la mirada de buscar razones valederas para persistir en la lucha o simplemente, en la vida. Con frecuencia dudo un poco sobre si hice lo correcto al escoger el periodismo como profesión. Los horrores e injusticias que debo ver a diario, me llenan el alma de humo, me hacen aborrecer a mi especie y desear que llegue pronto aquel dulce Apocalipsis del que hablé hace unos días.
Sin embargo, de vez en cuando me invade una oleada de algo que intenta ser esperanza, optimismo, qué se yo. Sólo se que su suavidad me atrae, me hechiza y me hace desear más. Me aferro a esa luz incierta, implorando que sea real, que no esté infectada de efimerismo, que no me pida nada a cambio para adormecer la realidad.
La buena noticia es que descubrí que ese fantástico destello, no lo trae el viento. Proviene de cerebros enojados, como el mío, que en el fondo saben cómo se producen los grandes cambios. Procede de puños indignados, que se levantan con fuerza contra la inmundicia que nos rodea.
Viene de conciencias JARTAS de tanta porquería, pero que no se conforman con sentarse a quejarse. Por minúsculo que parezca el famoso “granito de arena”, provoca un efecto, sino lo creen, introdúzcanlo en su ojo.
De eso se trata, de soplar arena en los ojos de la corrupción, de la envidia, de la ignorancia, del hambre, del crimen, del narcotráfico... del mundo! Esto no puede ser eterno, me resisto a aceptarlo.
Si nacimos cuando Adán y Eva decidieron “quitarse el velo de los ojos” o si la vida se originó en el mar, donde éramos una simple alga o bacteria y llegamos en tantos siglos a ser “orgullosos Hommo Sapiens”, es aceptable pensar que algún día la evolución se reanudará. En el fondo seguimos siendo torpes primates en la lucha por la supervivencia, incluso con armas más deshonestas que los garrotes primitivos.
La diferencia está en que ahora poseemos el mismo poder para crear que para destruir. Sólo es cuestión de hacia dónde de se inclina la balanza.
Falta mucho, es cierto, tanto que parece imposible llegar hasta allí. Pero, sin enamorarme mucho de la idea (para evitar frustraciones futuras), voy a tratar de pensar como los que creen.
Me entristece recordar que alguna vez fui una de ellos y que aspiré con ilusión los aires del porvenir. Ahora siento que mi voz se apaga, que está siendo callada por el vil enemigo. Pudiendo decir tantas cosas en este blog, me refugio en la literatura porque está fuera del atolladero. Pero mi alma es rebelde, por eso aún conservo un hilo que se oye entre la multitud, entre los buenos y los malos.
Quiero creer en esas voces que escucho a diario, que intentan imponerse al ruido de la iniquidad. Quiero confiar en esos brazos agitándose con determinación. Quiero saber que en un futuro, no tan lejano, terminará este ciclo maldito e iniciará otro, un poco menos funesto.
¿Estaré siendo muy ingenua?

Veneno


Sin que mis cuerdas vocales alcanzaran a vibrar,
sin que mi cerebro lograra enviar órdenes lógicas,
sin que mi corazón (¿aún tengo?) pudiera llenarse de sangre...

Así te desvaneciste de mis ansias,
recogiste lo poco que quedaba
y anunciaste sin temor tu despedida.

Me quedé petrificada en medio de la nada,
dejando que la daga, sin piedad me atravesara.

Aproveché al máximo aquel dulce dolor,
grabé con saña en mi piel su sabor,
guardé su aroma en un rincón de mi alma,
detuve su fuego en la soledad de mis sienes.

Me reí de mi terquedad,
de mi armadura inoxidable,
de mi pasión desperdiciada,
del frío de mi cama.
De las palabras que dije,
de los secretos guardados...
De tanta vida ante la muerte,
de las cadenas del pasado.

Me humillé ante el espejo,
mas no hallaba mi reflejo.
Sólo vi tu humedad
inundando mi nostalgia,
tu sonrisa milagrosa
envolviéndome en su magia.

Que rabia haberte amado!
sentir lo que sentí,
llorar lo que he llorado.
dejarme atrás a mí misma,
ser un átomo más de tu cuerpo.
Haber saciado tu sed,
Y convertirme en un desierto.

Jugando a la ruleta rusa
ahora pasan mis días,
furiosas esperan mis musas
que yo les dé la osadía
de seguir creando canciones,
de esperar que puedo creer,
cuando mi fe ya está muerta,
cuando no existe mi ser.

Otoño


A ti, suave murmullo que pintas de oro las tardes de mi adultez,
que apaciguas con tu belleza el dolor de mi alma muda;
a ti que me has escuchado veintidós veces...
A ti, mi lugar favorito,
elevo mi pluma para que al menos en el papel,
quede constancia de cuánto me alentaste.

En tu paisaje de ensueño me perdí con gozo,
en la magia de tu noche visitó la luna mi ventana.
La dejé pasar y besar mi cara
y reímos juntas hasta rayar el alba.

El amanecer me hizo nueva,
el viento nunca tuvo igual aroma,
las flores me contaron su mejor secreto
y de cada hoja seca nació una esperanza.

Te hablé de mis miedos, de cuando creía en el amor, 
y arropaste como cómplice aquel encanto ficticio.
Me envolviste en tu mirada de alegría pasajera,
convirtiéndome en paloma, acercándome hasta el sol.

Hoy puedes decir que me posees entera,
que en tus páginas plasmé lo sublime de mi historia,
que bailé en tu embrujo hasta dormir cansada,
soñando que la felicidad no es perecedera.

Quédate conmigo, no apagues tu silencio,
deja que mis manos se deshagan en versos.
No quiero que tu brillo pase sin tocarme,
sin que mi vientre quede fecundado de tu piel.

Eterniza tu imagen en el gris de mis días,
para que mi fantasma no abandone este cuerpo tras de ti
y te persiga hasta donde te escondes tanto tiempo,
arrebatándome la vida que me prestas cada octubre.

Sin rocío


Hubo una vez un amor de ensueño, bañado por cristales de ilusión inagotable, purificado por la inocencia de ser el primero, iluminado por la fe de no conocer el engaño.

Hubo una vez una pasión sin cadenas, capaz de soltar los velos del pudor; fuerte e imponente como un roble centenario, trémula y seductora como la muerte voluntaria, posesiva y ardiente como lava de volcán.

Con vendas de agua en los ojos, la historia fue escribiendo día a día su epitafio. Gotas de suaves matices cubrían las níveas hojas, destilando el néctar embriagante que endulza los latidos y turba el alma con recuerdos de momentos no vividos.

Atormentado por lo incierto, abatido por el presentimiento, tu corazón jugaba a ignorar las señales. Ahora es tarde, eres como una América descubierta por visionarios. Irrumpieron en ti, saquearon tu riqueza, te abandonaron sin clemencia.

¡Corazón inerme, cuerpo sin murallas! dejaste explotar tus piedras preciosas y hoy tus minas yacen exangües. No hay calor, ni fuego abrasador. Tampoco rencor, ni gotas de ilusión.

Desierto sin oasis, noche sin luna, ¿Queda algo valioso en tu cueva solitaria? Los cuervos reposan en las ramas, las sombras arropan el espejismo de tu quimera predilecta. No supiste aislarla del veneno y ahora se torna transparente, cuanto más tratas de tocarla.

Si tan sólo poseyeras la virtud del presagio, mares de lágrimas no habrían nacido. Hoy fueras barca anclada, tierra no conquistada. Pero abriste tus puertas, alzaste tu vuelo y hoy sientes como la escarcha se evapora, cual rayo veloz...

Tu rosa ya no tiembla. No hay gotas que la besen. No hay brillo sobre sus pétalos. Temerosa y vacía, tratas de hallar los restos del cuento de hadas. Marchitada y confusa, avanzas lentamente hacia el final de la historia. Un final que amenaza con oscurecer a la más grande de las estrellas.

Alma ausente, piel indiferente


No hay razón para sentir que la soledad es la guitarra que endulza los momentos de dolor, ni que la primavera tornará azul lo que el invierno aletargó con su llanto. ¿Cómo haré que lo entiendas?
Me resisto a imaginar tu esencia añorando el compás del tiempo, deseando que su hechizo te atrape para siempre, implorando que sus horas te den una respuesta vacía.
Dejas ahogar tu espíritu, hipnotizando mi espacio cansado, mientras el deseo resbala por mis caderas para ir a perderse bajo el edredón. Allí permanecerá, hasta que tus pupilas me descubran de nuevo, ardiente como una Venus olvidada, pero resignada ante la llama extinguida.
Soy mujer, no lo olvides... hecha de deseo, como pocas. Sin manos que recorran mi geografía, podría consumirme en mi propio fuego.
Viviré atrapada en la reminiscencia de aquel volcán invencible, en cuya lava naufragué dichosa. Y tú, cancelarás la infantil espera, convencido de que tu vida vale menos que la ausencia del tiempo.
En ese instante sabrás que el amor no se resiste y que al morir el corazón, sólo nos quedaban los cuerpos. No hacía falta esperar que nuestras almas recuperaran la sintonía que les robó la rutina. Bastaba con liberar el instinto salvaje, aquel que en mi sangre nunca se adormeció.
Será amarga la espuma que despierte tu sentir, por que descubrirás que mi arena se habrá alejado de tu playa. Aunque gimas de angustia por la sal de mis besos, esta columna de pasión irá a derrumbarse sobre otro lecho.
Su nube de polvo revivirá tus ansias, pero al desvanecerse, ya me habré ido.

Sweet Apocalypses…


Llegará el día en el que todo se detendrá. La luz terminará su veloz viaje, el agua pondrá fin a su eterno ciclo, el viento descansará de su largo paseo y dejará de acariciar rostros y playas.
Las sonrisas morirán. También las lágrimas. Los sentimientos tomarán perpetuas vacaciones. Los pasos no dejarán más huellas en la arena e invitarán a las sombras a volverse nada.
No más poemas, no más palabras. Mi pluma también dejará de existir. Dormirá soñando con la libertad que tuvo, con las ansias que la hicieron decir tantas cosas...
Los pensamientos explotarán integrándose al vacío, cada espacio se volcará al abismo, cada abismo se consumirá a sí mismo.
¿A dónde irán tantas ilusiones? ¿Tanta roca sobre roca, tantas horas rotas? Todo y nada seremos, un arcoiris blanco y negro tomará el lugar del sol. En cada pupila se apagará una vida, cada latido absorberá un corazón y silencio será cada canción.
A hasta ese día sepultaremos máscaras, culminará la carrera que iniciamos en un útero. En oscuridad terminará lo que a oscuras empezó. Seremos iguales o quizá algo peor.
Poco ruido. Mucho espacio.
¿Cuándo pasará? En breves instantes... en miles de años, quién sabe. No acostumbres a decir que tienes 17, 20 o 35 años de vida. En realidad esos años son los que NO tienes ya.
Bienvenido al primer día del resto de tu vida.

Cuando llueve...


Desconecto mi mente de la falsa realidad.


 Mis seis sentidos se alertan,

 se preparan para las mil sensaciones que les mantendrán ocupados.

La labor de mis ojos es permanecer cerrados, 

la de mi olfato, aspirar el hechizo de la tierra mojada, 

la de mi oído, deleitarse ante el susurro celeste. 


Mi boca sólo debe repetir tu nombre

 y mis manos, adueñarse de mis deseos.

La más digna tarea le corresponde al más imprescindible de todos. 

Aquel sin el cual no podría permanecer en pie: 


Mi instinto.

Él se ocupará de transportarme lejos... 


tan lejos donde sienta que ya no puedo regresar.

Y así, el agua empapa mi inquietud, 

inspira mis canciones, aparta mis temores. 

Limpia mi alma del desamparo, 


apaga las llamas de la incertidumbre, 

trae a mi cama los recuerdos e ilumina mi futuro.

Las gotas cesan. Se apaga el ruido. Huye el aroma.

Lentamente despierto del letargo seductor, 


embriagada de paz y nostalgia. 

Muere un sueño. Nace la luz.

Al fin, abrazo la esperanza de que esta dosis de calma, 


me dará una semana más de vida. 

Un nuevo hálito, hasta que la lluvia vuelva a precipitarse 


sobre mis áridos días.

Comerse un mango con las manos...


Ante lo insípido de la vida, sus bromas pesadas,
su amargo transcurrir, 
su retahíla de sorpresas añejas y su inmadurez irritante, 
cavamos fosas absurdas en una desesperada búsqueda de felicidad.

Me pregunto qué es en realidad esa nube utópica, disfrazada de mil colores, perseguida hasta en sueños. 
Anhelada hasta por el perro de la esquina, 
creyendo que la alcanzará cuando al fin logre atrapar su cola.
Para el ladrón, es robar cuanto pueda y no ser atrapado. 
Para el asesino, organizar el crimen perfecto. 
Para el empresario, enriquecerse pagando menos impuestos. 
Para el presidente, terminar su mandato sin una sola huelga.
Grandes ambiciones, pequeños caprichos.
Plegarias que van y vienen sin encontrar ya quien las escuche:
Todos los dioses estan ocupados. 
La humanidad gime en reclamos que se confunden entre sí.

Y yo que aprendí a ver este desastre de otro modo, 
sin permanecer pasiva, pero sin atormentarme. 
La felicidad me tiene envidia, por lo fácil que la encuentro. 
Agotó sus mutaciones intentando seducirme 
y sólo consiguió que menos la persiguiera.
La descubro a cada instante, de la forma más sencilla:
Se me antoja aveces gris, a veces salada,
otras suave, escurridiza, casi imperceptible.

Mientras el catedrático persigue su postgrado,
el actor su Óscar 
y el cardenal su ascención a Papa, 
hoy fui feliz mientras saboreaba aquel dulce momento. 
El néctar de la alegría corría por mis brazos, 
embarraba mi cara y apaciguaba mi alma.
La cáscara terminó en el basurero, 
pero la dicha se quedó conmigo.

Simple. Como renunciar al cuchillo.

Mi absurda batalla


Sin prisa, me escondo del silencio, retrocedo ante su magia ocultando mis temores. Cada molécula de mi cuerpo es dueña de ansiedades que conviven en mi sangre con la simetría de un jardín inglés.
Bajo un rojo manto de olvido, guardo con recelo la iniquidad y el odio. Fantasmas poderosos combaten conmigo, arremeten contra mis fuerzas apretando sus espadas, amenazando con celebrar su triunfo: despojarme del fatídico cofre, resguardado por mi esencia y mi humanidad controlada.
Sola me enfrento a mis dragones, pues las luchas internas no admiten intervención de terceros. Sería como reconocer la incapacidad de mi escudo, la inutilidad de mis brazos para ganar esta guerra perenne.
Aún si pidiera ayuda, nadie lograría esquivar los proyectiles que me persiguen. Para mí están destinados, es mi carne la que deben lacerar, mi espíritu al que deben quebrantar. Quizás lo consigan, algunas murallas de mi fortaleza se han desplomado. De sus torres en ruinas emanan humaredas, que recuerdan los fracasos y decepciones del pasado.
Pero el ímpetu de mi océano llegará hasta los faros. Desde allí atisbaré a las naves enemigas. Con fuego en el corazón libraré mis batallas, y las páginas de la historia las pintaré de mi color. Al menos las de mi historia.
Sin importar el desenlace, que siempre será la derrota, ancla y velamen jugarán su papel. Predecir que seré vencida no obedece a inseguridad, debilidad o pesimismo. Es tan sólo el privilegio de poseer una certeza. La de que en cualquier instante, en cualquiera de mis campos, el final llegará vestido de Muerte. Vislumbraré su barca desde mi promontorio, y acudiré a su encuentro en humillante paz.
Comprenderé entonces lo absurdo de mi lid, añoraré la indiferencia ante el desafío, reconoceré su dominio sobre mi ejército. Y rendiré mis armas. Para siempre.

Falsa Cordura


Si la consoladora doble moral no existiera, la mitad de los habitantes de este planeta se quedarían sin nada que hacer. Resulta sorprendente que millones de hombres y mujeres puedan verse al espejo cada mañana sin sentir un milímetro de repulsión hacia ellos mismos, sin avergonzarse de su persona.
Al maratón de contradicciones que conforman la vida se suman a cada instante nuevos competidores que entrenan muy duro para alcanzar el estado mental necesario y resultar ganadores en esta comedia.
En la gran plaza pública de la cotidianidad se comercializa todo a diario: amor, poder, sexo, responsabilidad, servicio, salud, caridad, libertad.
Y el negocio del siglo se acerca, “clases de actuación para aprendices de individuos exitosos”. Los principales maestros serán los políticos, abogados, sacerdotes, educadores, periodistas... un momento, yo soy periodista. Bueno, talvez yo tampoco esté a salvo, espero no caer en la tentación. Después de todo, a mi también me asignaron un papel al nacer, sólo que cuando tuve el guión en mis manos, lo rompí en mil pedazos y lo arrojé a la basura.
¡Mi hermoso planeta! Lo bueno es bueno dependiendo de las circunstancias. Lo malo es malo dependiendo de quién lo haga. Ninguna regla esta clara en la podrida sociedad de hoy, sólo se reafirman las leyes en el momento preciso de juzgar los actos ajenos. Antes de eso, la ética, la moral y la integridad, son conceptos vagos flotando en el subconsciente como fantasmas de una lejana pesadilla. Pero en cuanto se presenta la oportunidad, los jueces menos indicados suben al estrado llenos de majestuosidad y milagrosamente los olvidados conceptos cobran vida y fuerza imperante, y caen sobre el acusado con todo el peso del cinismo y la desfachatez.
Es difícil creer en un mundo donde el oficial civil que celebra tu matrimonio te pasa discretamente durante la ceremonia una tarjeta de su bufete privado, donde él es especialista en divorcios.
Es difícil creer en un mundo donde la policía delinque más que los pandilleros, pero necesita de éstos para mostrarlos en las ruedas de prensa y asegurar que todo está bajo control.
Es improbable sobrevivir en este pedazo de tierra amenazado por el agua de los polos, en el que miles de mártires adeptos de PETA y Greenpeace, vociferan en las calles sus mensajes de concientización y luego van a sus hogares a disfrutar un suculento bistec o algún producto enlatado cuyo envase terminará en la basura sin tomar en cuenta el reciclaje.
Qué amarga resulta esta masa de continentes, donde las banderas blancas disparan proyectiles, donde los aviones de guerra arrojan al mismo tiempo misiles y comida a sus víctimas inocentes, donde la potencia más admirada es la que más terror y muerte siembra a su alrededor.
Qué triste es esperar en la fe que necesita monedas para subir a los pies de su Dios, sin garantías de una recompensa que amortice la agonía.
Qué duro es este mundo donde, como dijo Tácito, se le llama paz a la soledad del exterminio.
Todos fingen ser sensatos, juiciosos, precavidos, exitosos, autosuficientes, independientes, seguros, prudentes, sabios, optimistas. Pero todo es falso, como flores de papel. Tal cual. Color y aroma inexistentes.

Entre mis sábanas


Una mirada de complicidad, una sonrisa provocadora, luces que se apagan, aroma que te envuelve. Tus pasos atropellados persiguen a los míos, siguiendo aquel camino, tantas veces recorrido, que ya no necesitamos ver.
Tus manos conocen el trayecto, saben donde detenerse, saben cuando continuar. Dos cuerpos confundidos en uno, respirando el mismo aliento, olvidándose del tiempo. Tu alma y la mía vuelan juntas hacia ese rincón donde los sentidos te turban y la sangre se enciende, convirtiéndose en un torrente que la pasión aviva con cada caricia.
Besos húmedos, suspiros ahogados, explosión de placer. Algo mágico sucede cuando el amor se materializa, cuando sobrepasa a la carne y va más allá del acto terrenal, arrabalizado por muchos que no comprenden su intensidad, que no conocen el lenguaje mudo que susurra bajo la luna, cuando dos amantes avanzan hacia lo prohibido.
Existe un instante donde el aire se tiñe de rojo, donde los poros destilan ternura, donde las siluetas se dibujan una a la otra con dedos temblorosos por el deseo. A mis labios de fuego llegan los tuyos, y sacian la sed que yo guardaba para ti. En tus brazos muero y vuelvo a nacer, vivificada por la energía k brota de tu cuerpo.
Eres mío, soy tuya. Formamos un todo indivisible que no perece después que el amor queda hecho. Traspasa las sombras del olvido, rompe las rocas de la superficialidad y la rutina.
La pasión es nuestra ropa, el deseo nuestra carne. No existe un rincón donde no hayamos estado. Ningún pensamiento que no haya sido entregado.
Éste es el momento, renovamos nuestro amor. Encendimos la llama, ahora cargamos las brazas. Lo que nunca habrá, son cenizas. Somos fuego eterno, dentro y fuera de las sábanas.

Amnesia


Me preguntas si te amo. Qué pregunta tan espinosa. ¿Amor? Término casi desconocido para mí. Creo que se más de arquitectura.

Al menos sé que ésta es real, que sirve de algo, que las personas la aprenden sin sufrir y hasta viven de ella.

Mi corazón y yo nada sabemos del amor. Una vez nos presentaron, me cayó súper bien. Amor, amor, amor, ¡Qué dulce era! La sensación más maravillosa que había conocido. Empecé a tratarlo, me invitó a tomar su mano, me sedujo, nos abrazamos, me aferré a él. Lo sentí durante años, lo defendí ante todo. Con él estuve en la cima y por él baje al infierno. Pero era feliz. Vivir con intensidad ha sido mi ideología.

Hasta que un día, supe que todo era falso. Me presentaron un sentimiento irreal. Conocí y abracé a un fantasma, a una nube de ilusión que hoy se desvanece ante mis ojos. Cayó el telón. Cada uno de los instantes, que antes habían sido de magia, colgó uno a uno su careta y su disfraz de utilería.

Las definiciones empezaron a agolparse en mi cabeza, cambiándose por imágenes nuevas. Verdad por mentira, pasión por intriga, ternura por amargura, ingenuidad por experiencia, amor por indiferencia.

Alguien me arrastró y fui llevada ante una pantalla. Las escenas de la obra, que era mi vida, pasaron ante mí. Descubrí detalle tras detalle, cuáles habían sido los trucos. El público estallaba en carcajadas al verme representar mi papel.

Desperté. No sé si viva o muerta, pero estoy despierta. Y ahora llegas tú, con esa pregunta en los labios. Mencionas la palabra... amor... un susurro de su esencia llega hasta mí. Me parece familiar, huelo un ligero perfume. Hago un esfuerzo y me estremezco. Es todo. No recuerdo nada más. No sé de qué me hablas. Mi mundo ahora es otro.

Por mis venas no corre sangre. Mi alma ya no ve. La última vez que supe algo de mi corazón, fue la realidad quien me contó haberlo visto en un basurero. Y al contármelo, se reía. Pero cuando me fijé en su rostro, advertí que algunas lágrimas corrían.

Docis de Autenticidad


Sinceramente, hay gente que no merece su vida. ¿Qué es lo que veo al caminar por las calles? Mujeres que obligan a sus cabellos a ser más flexibles de lo que pueden. Otras lo cambian de color como cambian de zapatos (que por cierto, deben ser de piel). Visten de diseñador, aunque no tengan con qué pagarlo, y no importa si les gusta o si se sienten cómodas, lo importante es “estar a la moda”. Es la frase más estúpida que han podido inventar. Algunos desafían a la naturaleza, cambian de sexo, de nombre, de color de ojos, de personalidad. Los hombres pasan horas en un gimnasio, sacrificándose para gustar a otros y otras. Deben tener el mejor auto posible y una buena cuenta bancaria. Ambos sexos frecuentan los lugares más sofisticados. Quizá no les guste el servicio, la comida o el humo de los cigarrillos, pero ¡Que más da ! Vale la pena, son miembros VIP de este circo donde todos juegan a ser felices.

Cuánta superficialidad, qué almas tan vacías. En el paso veloz de sus días, donde cada uno es igual al anterior, si logras detenerlos por un instante y cuestionas su prisa, ni siquiera saben a dónde van. Es más, no saben por qué corren. Me pregunto si son víctimas del sistema o si alguna vez tomaron una decisión. La de ingresar, sin temor a las consecuencias, al círculo de mediocres que cada mañana se colocan sus máscaras de satisfacción a sabiendas de que en el fondo, no tienen nada. Sólo frustración y miedo.

Siempre he querido abrir una tienda; nunca he decidido de qué. Ahora que lo pienso, me resulta tentador comercializar lo que más hace falta en el camino. Una caja conteniendo un poco, sólo un poco de autenticidad. Creo que con eso será suficiente.

Hoy

No hay espacio para la oscuridad, para los párpados cerrados. La luz quiere entrar a cada rincón de tu vida. Déjala pasar, hazle una fiesta. Disfruta cada instante de tu tiempo de prueba, al que llamas “vida”. Cuando el féretro se cierre para siempre, cuando las lágrimas de quienes te amaron caigan sobre tu sepulcro, cuando los días pasen sobre tus huesos sin esperanza, ¿Que harás? Desearás empezar de nuevo, tener otra oportunidad, desearás luz… ¡luz! Pero ya no llegará a ti, será demasiado tarde. Por eso sonríe hoy, así derramarás la luz de tu alma. Baila hoy, así brotará la luz de tu cuerpo. Conversa hoy, así saldrá la luz de tu mente. Comparte hoy, así llenarás de luz a otros y recibirás más de la que ya tenías. La vida es como la ráfaga de viento que acaricia tu cara en la playa: llega, te abraza, se va y no vuelve. No tendrás otro período de prueba, así que esfuérzate por pasar éste de la mejor manera posible.

Respuestas


La pluma en mi mano, la musa en el alma, la palabra en mi boca. Mis ideas se vierten sobre el papel con la rapidez del pensamiento. Mis sentidos se agitan, mi corazón llora, y en mis labios: tu nombre. Lo repito en mi interior para asegurarme de que me escuchas, pero tu voz no llega. Y de nuevo la ansiedad, la eterna espera, la soledad que me envuelve, las lágrimas que brotan. ¿Dónde estarás? ¿Permanecerás sordo a mi llamado? Ninguna respuesta. Vuelvo a mi nido, mis manos tiemblan. La luna cae, el sol celebra. Las sombras bailan en mi cabeza, un grito se ahoga en mi pecho y muero. Mañana es otro día. Talvez mañana responderás.