Entre mis sábanas


Una mirada de complicidad, una sonrisa provocadora, luces que se apagan, aroma que te envuelve. Tus pasos atropellados persiguen a los míos, siguiendo aquel camino, tantas veces recorrido, que ya no necesitamos ver.
Tus manos conocen el trayecto, saben donde detenerse, saben cuando continuar. Dos cuerpos confundidos en uno, respirando el mismo aliento, olvidándose del tiempo. Tu alma y la mía vuelan juntas hacia ese rincón donde los sentidos te turban y la sangre se enciende, convirtiéndose en un torrente que la pasión aviva con cada caricia.
Besos húmedos, suspiros ahogados, explosión de placer. Algo mágico sucede cuando el amor se materializa, cuando sobrepasa a la carne y va más allá del acto terrenal, arrabalizado por muchos que no comprenden su intensidad, que no conocen el lenguaje mudo que susurra bajo la luna, cuando dos amantes avanzan hacia lo prohibido.
Existe un instante donde el aire se tiñe de rojo, donde los poros destilan ternura, donde las siluetas se dibujan una a la otra con dedos temblorosos por el deseo. A mis labios de fuego llegan los tuyos, y sacian la sed que yo guardaba para ti. En tus brazos muero y vuelvo a nacer, vivificada por la energía k brota de tu cuerpo.
Eres mío, soy tuya. Formamos un todo indivisible que no perece después que el amor queda hecho. Traspasa las sombras del olvido, rompe las rocas de la superficialidad y la rutina.
La pasión es nuestra ropa, el deseo nuestra carne. No existe un rincón donde no hayamos estado. Ningún pensamiento que no haya sido entregado.
Éste es el momento, renovamos nuestro amor. Encendimos la llama, ahora cargamos las brazas. Lo que nunca habrá, son cenizas. Somos fuego eterno, dentro y fuera de las sábanas.