Docis de Autenticidad


Sinceramente, hay gente que no merece su vida. ¿Qué es lo que veo al caminar por las calles? Mujeres que obligan a sus cabellos a ser más flexibles de lo que pueden. Otras lo cambian de color como cambian de zapatos (que por cierto, deben ser de piel). Visten de diseñador, aunque no tengan con qué pagarlo, y no importa si les gusta o si se sienten cómodas, lo importante es “estar a la moda”. Es la frase más estúpida que han podido inventar. Algunos desafían a la naturaleza, cambian de sexo, de nombre, de color de ojos, de personalidad. Los hombres pasan horas en un gimnasio, sacrificándose para gustar a otros y otras. Deben tener el mejor auto posible y una buena cuenta bancaria. Ambos sexos frecuentan los lugares más sofisticados. Quizá no les guste el servicio, la comida o el humo de los cigarrillos, pero ¡Que más da ! Vale la pena, son miembros VIP de este circo donde todos juegan a ser felices.

Cuánta superficialidad, qué almas tan vacías. En el paso veloz de sus días, donde cada uno es igual al anterior, si logras detenerlos por un instante y cuestionas su prisa, ni siquiera saben a dónde van. Es más, no saben por qué corren. Me pregunto si son víctimas del sistema o si alguna vez tomaron una decisión. La de ingresar, sin temor a las consecuencias, al círculo de mediocres que cada mañana se colocan sus máscaras de satisfacción a sabiendas de que en el fondo, no tienen nada. Sólo frustración y miedo.

Siempre he querido abrir una tienda; nunca he decidido de qué. Ahora que lo pienso, me resulta tentador comercializar lo que más hace falta en el camino. Una caja conteniendo un poco, sólo un poco de autenticidad. Creo que con eso será suficiente.