Lágrimas...


Tentación salada que resbalas por mi rostro,
dejando en mis mejillas tus huellas de desgracia...

¿De dónde vienes? ¿Porqué habitas en mis ojos?
He sentido tu presencia en el borde de mi alma,
inundándola, ahogando mis latidos sin piedad.

Acudes sin llamado, como la sangre a la herida,
y no logro detener tu furia y majestad.

Es tu lenguaje mudo el que lava mis penas,
tus susurros grises los que llenan mi melancolía,
y la dejan parida de recuerdos.
De sollozos. De sombras. De miedos.

Tantas veces has manifestado mi esencia,
que de memoria sabes el instante preciso
para embrigar a mis pupilas con tu néctar liberador.

En el torbellino de emociones en que nadan mis esperanzas,
tu fulgor deslumbra y desvanece todo.

Quieres quedarte, lo sé. Soy tu guarida predilecta.
Lo irónico es que representas a mi huésped preferido.

¿Para qué negarlo? Me amas y te amo.
En mí serás inmortal. Soy tu fuente interminable.

Nuestros nombres tienen la misma inicial.
Talvez nuestros cauces tengan el mismo final.