Nocturna


Silencio. Ruinas. Niebla.


Vértigo eterno que arropa el aliento


y lo consume como el beso del vampiro.


La noche disfraza de sueños la almohada


Coloca la trampa donde caerá mi voluntad.


En círculos de ansiedad, el miedo se acerca.


Su bruma; densa, amarga, volátil,


puede palparse, cual nube de espanto.


Sangre que brota de una herida inexistente,


gemidos lejanos que cortan la calma


sin haber escapado de mis labios.


Quizás provienen del viento,


del insomnio, de las sombras,


de pesadillas lejanas que retuercen la realidad,


Que deshuesan mi alma


Y enmudecen mi dolor.


En esta horca, donde toda luz se vistió de ébano,


Donde toda sonrisa fue arrancada del espejo,


Donde bailan fantasmas que acarician mi cuello,


he muerto ante La Noche.


Noche dueña del aire


y dueña de mi sed.


Desafiante y seductora.


Inagotable.


Imperturbable.


Invulnerable.


Conocedora de que, al rayar el alba,


habrá poseído este cuerpo hasta los huesos.