Entre mis sábanas
Una mirada de complicidad, una sonrisa provocadora, luces que se apagan, aroma que te envuelve. Tus pasos atropellados persiguen a los míos, siguiendo aquel camino, tantas veces recorrido, que ya no necesitamos ver.
Tus manos conocen el trayecto, saben donde detenerse, saben cuando continuar. Dos cuerpos confundidos en uno, respirando el mismo aliento, olvidándose del tiempo. Tu alma y la mía vuelan juntas hacia ese rincón donde los sentidos te turban y la sangre se enciende, convirtiéndose en un torrente que la pasión aviva con cada caricia.
Besos húmedos, suspiros ahogados, explosión de placer. Algo mágico sucede cuando el amor se materializa, cuando sobrepasa a la carne y va más allá del acto terrenal, arrabalizado por muchos que no comprenden su intensidad, que no conocen el lenguaje mudo que susurra bajo la luna, cuando dos amantes avanzan hacia lo prohibido.
Existe un instante donde el aire se tiñe de rojo, donde los poros destilan ternura, donde las siluetas se dibujan una a la otra con dedos temblorosos por el deseo. A mis labios de fuego llegan los tuyos, y sacian la sed que yo guardaba para ti. En tus brazos muero y vuelvo a nacer, vivificada por la energía k brota de tu cuerpo.
Eres mío, soy tuya. Formamos un todo indivisible que no perece después que el amor queda hecho. Traspasa las sombras del olvido, rompe las rocas de la superficialidad y la rutina.
La pasión es nuestra ropa, el deseo nuestra carne. No existe un rincón donde no hayamos estado. Ningún pensamiento que no haya sido entregado.
Éste es el momento, renovamos nuestro amor. Encendimos la llama, ahora cargamos las brazas. Lo que nunca habrá, son cenizas. Somos fuego eterno, dentro y fuera de las sábanas.
Amnesia
Me preguntas si te amo. Qué pregunta tan espinosa. ¿Amor? Término casi desconocido para mí. Creo que se más de arquitectura.
Al menos sé que ésta es real, que sirve de algo, que las personas la aprenden sin sufrir y hasta viven de ella.
Mi corazón y yo nada sabemos del amor. Una vez nos presentaron, me cayó súper bien. Amor, amor, amor, ¡Qué dulce era! La sensación más maravillosa que había conocido. Empecé a tratarlo, me invitó a tomar su mano, me sedujo, nos abrazamos, me aferré a él. Lo sentí durante años, lo defendí ante todo. Con él estuve en la cima y por él baje al infierno. Pero era feliz. Vivir con intensidad ha sido mi ideología.
Hasta que un día, supe que todo era falso. Me presentaron un sentimiento irreal. Conocí y abracé a un fantasma, a una nube de ilusión que hoy se desvanece ante mis ojos. Cayó el telón. Cada uno de los instantes, que antes habían sido de magia, colgó uno a uno su careta y su disfraz de utilería.
Las definiciones empezaron a agolparse en mi cabeza, cambiándose por imágenes nuevas. Verdad por mentira, pasión por intriga, ternura por amargura, ingenuidad por experiencia, amor por indiferencia.
Alguien me arrastró y fui llevada ante una pantalla. Las escenas de la obra, que era mi vida, pasaron ante mí. Descubrí detalle tras detalle, cuáles habían sido los trucos. El público estallaba en carcajadas al verme representar mi papel.
Desperté. No sé si viva o muerta, pero estoy despierta. Y ahora llegas tú, con esa pregunta en los labios. Mencionas la palabra... amor... un susurro de su esencia llega hasta mí. Me parece familiar, huelo un ligero perfume. Hago un esfuerzo y me estremezco. Es todo. No recuerdo nada más. No sé de qué me hablas. Mi mundo ahora es otro.
Por mis venas no corre sangre. Mi alma ya no ve. La última vez que supe algo de mi corazón, fue la realidad quien me contó haberlo visto en un basurero. Y al contármelo, se reía. Pero cuando me fijé en su rostro, advertí que algunas lágrimas corrían.
Docis de Autenticidad
Sinceramente, hay gente que no merece su vida. ¿Qué es lo que veo al caminar por las calles? Mujeres que obligan a sus cabellos a ser más flexibles de lo que pueden. Otras lo cambian de color como cambian de zapatos (que por cierto, deben ser de piel). Visten de diseñador, aunque no tengan con qué pagarlo, y no importa si les gusta o si se sienten cómodas, lo importante es “estar a la moda”. Es la frase más estúpida que han podido inventar. Algunos desafían a la naturaleza, cambian de sexo, de nombre, de color de ojos, de personalidad. Los hombres pasan horas en un gimnasio, sacrificándose para gustar a otros y otras. Deben tener el mejor auto posible y una buena cuenta bancaria. Ambos sexos frecuentan los lugares más sofisticados. Quizá no les guste el servicio, la comida o el humo de los cigarrillos, pero ¡Que más da ! Vale la pena, son miembros VIP de este circo donde todos juegan a ser felices.
Cuánta superficialidad, qué almas tan vacías. En el paso veloz de sus días, donde cada uno es igual al anterior, si logras detenerlos por un instante y cuestionas su prisa, ni siquiera saben a dónde van. Es más, no saben por qué corren. Me pregunto si son víctimas del sistema o si alguna vez tomaron una decisión. La de ingresar, sin temor a las consecuencias, al círculo de mediocres que cada mañana se colocan sus máscaras de satisfacción a sabiendas de que en el fondo, no tienen nada. Sólo frustración y miedo.
Siempre he querido abrir una tienda; nunca he decidido de qué. Ahora que lo pienso, me resulta tentador comercializar lo que más hace falta en el camino. Una caja conteniendo un poco, sólo un poco de autenticidad. Creo que con eso será suficiente.